Nuestra historia
La idea de Minimoria comenzó con un simple encuentro. Durante un viaje al extranjero, mi hijo Paul conoció a un artesano especializado en convertir obras de arte infantiles en joyas. A los dos nos cautivó la idea: el arte que suele acabar olvidado en una carpeta podría llevarse cerca del corazón.
Con una chispa de inspiración y un pequeño empujón, Paul se asoció con el artesano y puso en marcha un estudio con sede en California dedicado a transformar la creatividad de los niños en tesoros duraderos.
Lo que empezó como un regalo personal para mi esposa -llevando el dibujo de nuestro hijo como collar- se convirtió rápidamente en una misión: ayudar a las familias de todo el mundo a llevar consigo sus recuerdos más preciados, cada día.